Giarda llegó a Chile en la compañía lírica del director de orquesta y empresario Arturo Padovani, al Teatro Municipal. Luego de varios éxitos, Giarda encontró un ambiente propicio para trabajar y continuar su desarrollo musical; sólo en una ocasión regresó a Italia (1909) para asistir a la muerte de su madre y ver por última vez a su esposa e hijos.

Aportó en la formación de destacados músicos como Pedro Humberto Allende y María Luisa Sepúlveda (1898-1959), considerada la primera compositora titulada en Chile —y probablemente en Latinoamérica—, entre otros.

En 1919 es nombrado subdirector del Conservatorio Nacional conjuntamente con Enrique Soro, quien asume la rectoría. En 1920 publica su Tratado de Armonía. Como director interino, en 1922 organiza ciclos de conciertos de alumnos del Conservatorio donde se interpretan obras de los compositores chilenos A. Leng, E. Soro, Bisquertt, Rossel, Pereira, M. L. Sepúlveda y A. Steinfort.

Tras años trabajando en el conservatorio como profesor de armonía, teoría, contrapunto, fuga, composición, canto y conjunto coral, fue sacado al igual que Enrique Soro, por la Sociedad Bach (Dirigida por Domingo Santa Cruz Wilson), quienes plantearon una reforma de la estructura musical del Conservatorio (1928).

Finalmente, Giarda se casó por segunda vez, en Talca el año 1933, con su alumna de canto Amanda Cruzat, quien fue su musa inspiradora por largo tiempo, hasta que falleció en 1947, lo que destrozó el ánimo del músico, quien falleció años más tarde.